Hay ocasiones en que nos damos cuenta deque las cosas pasaron sin haber sido conscientes de que lo hicieron.
A veces pasa que vas en el coche y, al llegar a un lugar, no eres consciente del camino que has seguido y casi, ni siquiera de que has ido conduciendo.A veces miras el velocímetro y te das cuenta de que, no sabes cómo, has estado pisando el acelerador y vas a una velocidad demasiado alta.
A veces llegas al final del día y te cuesta saber a qué has dedicado realmente el tiempo.
A veces miras a tus hijos (si los tienes) y te dices… “madre mía, como han crecido y ni me he enterado” sensación mucho más patente cuando ves a los hijos de los amigos, esos que no veías hace tiempo.
Y ya en ciertas edades, como la mía, cuando te encuentras con algún amigo que no veías hace mucho, tomas consciencia violentamente del paso del tiempo… casi no sabes si atreverte a mirarte al espejo, cuidadosamente, no con la misma complaciente rutina de siempre en la que nos miramos sin ver. Quizás, en tu interior, “tu duende” no quiere enfrentarse a esa persona que nos mira desde el otro lado y que tan poco conocemos ni físicamente ni en su interior.
Y así, en ese “sin enterarnos” es la dinámica en la que suele transcurrir el tiempo, la vida, la vida de la mayoría de las personas.
Hasta aquí este comienzo es igualmente válido para este Blog “profesional” que para el otro que mantengo más dirigido a las personas como tales, a aquellos “buscadores” que no se resignan a “pasar por la vida” sin enterarse, sin saber muy bien porqué.
Pero éste es el Blog “profesional”, dirigido también a las personas, ¡claro!, pero como Empresarios, como CEO’s máximos responsables de sus organizaciones, como Directores; dirigido a todos aquellos cuya principal misión es definir y poner en práctica estrategias para alcanzar el éxito en sus Organizaciones sacando el máximo rendimiento ESTRATÉGICO (es decir, a largo plazo, no mirando únicamente lo inmediato) a sus recursos y estos recursos incluyen las personas de sus equipos y los suyos propios, de los cuales, uno de los principales, es el tiempo.
Estamos acostumbrados al “control” a la “realimentación” Si vamos en el coche casi inconscientemente miramos los relojes que nos indican si todo discurre dentro de los parámetros previstos, establecidos. Si alguno de los sensores dedicados a los aspectos más importantes detecta que el correspondiente valor se aleja demasiado de su situación óptima lo más normal es que se encienda algún indicador luminoso e, incluso, se dispare alguna alarma acústica. ¡Caramba! ¡Si ya hasta la nevera “me chilla” cuando estoy colocando lo que compré en el súper y dejo la puerta demasiado tiempo abierta!
En la Empresa… algo parecido. Estamos acostumbrados, ¡y cuanto! A trabajar CON objetivos (por favor, notad que recalco “CON” y no “por”) Tenemos (esperemos) objetivos de ventas, de ingresos, de inversiones, de gastos, de fabricación, de consumos… y tenemos mecanismos que nos van a ayudar a comprobar periódicamente si estamos dentro de “el intervalo de tranquilidad” De hecho es casi seguro que tenemos elementos informáticos que, como en el coche, si alguno de los parámetros importantes se sale de la zona prevista “hará saltar la alarma”
¿Y las personas? ¿y los “intangibles”?
Bueno, seguro que muchos de vosotros me diréis que tenéis también “relojes” para medir diferentes parámetros relativos a los “recursos humanos”, desde el propio reloj de fichar (sí, lo puse adrede) hasta otros programas para medir absentismos y cosas similares. Seguro que algunos hasta tenéis establecidos sistemas de seguimiento de plan de carrera (no para todo el mundo, claro) o sistemas más sofisticados como las evaluaciones 360º
Una vez al año, o cada seis meses, medimos y luego… (mejor no me meto en más profundidades en este aspecto)
¡Como si fuese suficiente que en el coche (o en la nevera, o en los objetivos) hiciésemos las medidas con una frecuencia de un año, o, si queréis, hasta tres meses!
Pero, lo que es más importante aún, ¿qué es lo que estamos midiendo?
Imaginemos que en nuestros coches hubiese “relojes” que nos indicasen:
- Índice de oxidación de la chapa
- Número de golpes al aparcar
- Tiempo total de alumbrado conectado
- Temperatura exterior media en los últimos seis meses…
Toda esta información es, sin duda, interesante, y ¡hasta puede dar para alguna charla de café con los amigos! (espero no haber dado ninguna idea a los departamentos de marketing de los fabricantes, que no hay ninguna estupidez que no se pueda vender si se organiza la campaña adecuada) pero, esa “información interesante” lo es… ¿para qué? Imaginemos que fuesen sólo esos los relojes existentes y nos faltase el de la temperatura del agua, el indicador de combustible, el aviso de baja presión de aceite o de fallo en el alternador…
¿Cómo medimos, en nuestros equipos humanos, de personas, esos parámetros CLAVE tales como motivación, actitud, compromiso, implicación, satisfacción… (Gasolina, carga de batería, presión de aceite…)
¿Dónde están esos relojes y cómo están calibrados? ¿Quién los vigila y cómo?
¿Qué hay, en el “día a día” que nos diga que algo (alguien) está fuera de los “límites de funcionamiento correcto”? esos que, de seguir así, hagan que se produzcan daños en mayor o menor medida irreversibles.
Y lo que es más serio ¿qué pasa con nosotros mismos?
Sí, ya sé que la mayoría tenéis seguros y planes médicos que implican, al menos, un chequeo médico anual (Por cierto ¿os los habéis hecho todos los últimos cinco años?) pero… ¿dónde tenéis los relojes realmente importantes?
Lo mejor de todo es que… ¿sabéis? sí que los tenemos, pero es como ese amigo que le molesta “el chivato” que le indica que no lleva puesto el cinturón de seguridad y se ha agenciado un “broche” que encaja en el cierre para que deje de sonar cuando se sube al coche y no se lo pone porque, aunque pueda salvarle la vida, “le molesta”.
Tenemos esos indicadores ¡hasta con indicadores luminosos! aunque nos hayamos acostumbrado a ignorarlos…
¿Os suenan cosas tales como estrés, ansiedad, insomnio, mal genio…?
Y, en vuestros equipos: errores, rumores, malas caras, mal genio, retrasos, quejas, escusas…
Si cuando se enciende la lucecita en el coche no dudo en llevarlo inmediatamente al taller o, incluso, llamar a la grúa… ¿merecen las personas de mis equipos, merezco yo mismo menos cuidado?
Para terminar os propongo un ejercicio, una medida facilona:
Salid del despacho y daros un paseo por vuestras instalaciones, mirar a las personas, a sus caras y pensad, tratad de sentir que expresan; mirad esas caras cuando llegan al trabajo o cuando se van al finalizarlo. ¿Cuántas son de alegría, de satisfacción? ¿Cuántas sonrisas? ¿Cuántas están distendidas y cuantas crispadas, tensas o aburridas?
Y después, cuando lleguéis a casa, observaros a vosotros mismos y a vuestras familias y buscar parámetros similares, ¿alegría? ¿entusiasmo? ¿desidia? ¿aburrimiento? ¿caras largas o anodinas? ¿intimidad? ¿cabreos?... Bueno, el resto quizás va para el otro Blog.
Es el momento de tomar consciencia, es el momento de tomar medidas para poder realimentarnos, de tener información puntual para ser capaces de eliminar todo aquello que va en contra nuestra, de nuestros equipos, de nuestras Organizaciones y de reforzar todo lo que fortalezca. Es el momento de tomar consciencia de que, Como CEO’s, como directivos, esa es la más importante área de nuestro trabajo si realmente queremos trabajar POR Objetivos a nivel estratégico, si realmente queremos tener éxito como personas y con las personas (todas las personas de todos nuestros entornos) a corto, medio y largo plazo.
De verdad que deseo que, para la mayoría, esta entrada no tenga sentido (genuinamente, no con auto justificaciones)
Para el resto… ya sabéis que mi misión personal y profesional es ayudar a quien quiera a estar cada vez mejor en estos aspectos, que quieran sacar el máximo partido de sus equipos haciéndolos disfrutar, que quieran sacar el máximo partido de sí mismo en todas sus áreas y facetas personales y profesionales, que quieran, en fin, acostarse cada noche con una gran sonrisa de satisfacción.
Para cualquiera de estas cosas estoy a vuestra disposición.
No hay comentarios:
Publicar un comentario